1 de enero de 2013

RELATO GANADOR DEL CONCURSO DE ESCRITURA DE LA 1ª EVAL. (2º CICLO ESO)

EL CAFÉ DEL CRUCE
Era tan solo un día oscuro de lluvia. Sin luz en la carretera, sólo los focos del coche. Veíase un destello al final del camino. Era el letrero de un café en la nada. Cansado ya de conducir, decidí detenerme para estirar las piernas y tomar un café. Entré en aquel garito, había sólo un hombre sentado a la barra. Por su aspecto parecía camionero: grande, alto, tez oscura... llevaba una gorra, unos pantalones vaqueros y una camisa de cuadros. Me senté en la otra esquina de la barra. Pasó un rato y nadie me atendía. Me encontraba mirando por la ventana cómo pasaba el día y llegaba la noche con cada gota que caía.
Nadie se asomaba por aquella puerta corroída. El camionero me miraba con cara de enfado y yo apartaba la la mirada. De repente, un charco de sangre apareció por debajo de la puerta y el local se me echó encima. Corrí hacia la entrada, pero estaba cerrada. Era demasiado tarde, el hombre ya estaba llegando a mí. Intenté tranquilizarme, pero él no me dejó, cogió un cuchillo con su mano izquierda y siguió acercándose. Me aferré a la banqueta, e intenté defenderme, pero me la arrebató de las manos. Al instante eché a correr hacia el baño que estaba detrás de mí. Cerré con pestillo y miré a mi alrededor por si había alguna ventana por donde escapar. Me encontraba en un sitio muy pequeño, sin luz, sólo la de mi móvil. Comencé a escuchar unos ruidos fuera. Parecía que una bola de demolición rebotase una y otra vez contra la puerta. Pensaba en voz alta que éste sería mi fin, pero el ruido de un coche alegró mis oídos. Grité con todas mis fuerzas, pero el coche pasó de largo, o eso pensé.
Al cabo de unos minuto se abrió la puerta, pero yo ya no me hallaba allí. Me encontraba dentro del coche, durmiendo, en una carretera inhóspita y más oscura que una noche sin luna. Asustado decidí marcharme de allí lo más rápido que pude. Llegué a un cruce y en el medio, ¡el café! Miré por la ventanilla y allí estaba él, sentado en la banqueta, con la cerveza entera y el cuchillo en su mano izquierda.

(Cristian Ruíz Benet. 3º ESO. El Entrego)

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