9 de diciembre de 2012

No te pido que me ames como nunca, 
tan sólo quiéreme como siempre.
Acaricia mi rostro con tus manos,
y únicamente hazme saber que estarás ahí para secar mis lágrimas.
No te pido nada imposible,
no quiero que me entregues tu corazón,
prefiero que te lo quedes y lo utilices para no romper el mío.
Es arriesgado, lo sé,
ambos podemos salir heridos,
pero, ¿por qué no intentarlo si no hay nada que perder?
Al fin y al cabo,
no te pido que me ames como nunca,
sólo que me quieras para siempre.



(Jenifer Ruidíaz Suárez. El Entrego. 4º ESO)


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