28 de octubre de 2012

PENSAMIENTO CRÍTICO

Una vez escribí esto (diciembre del 2011):

A veces es necesario que alguien nos aleccione o nos dé una buena reprimenda. Bien porque creemos estar en posesión de la verdad absoluta y pensamos que somos indestructibles --cosa que rozaría la pedantería--, bien porque hemos olvidado las cosas que realmente importan, aquello que nos hace humanos y nos reconforta. Esta semana leo una sentencia extrao

rdinaria de un dramaturgo irlandés que lleva viviendo en España casi 40 años y que dice así: "Europa se olvidó de que la cultura es lo importante". Denis Rafter es el autor de este, para mí, buen "tirón de orejas". Lo cierto es, visto lo visto, que tiene bastante razón. Rafter remarcaba en una entrevista que en los últimos 20 o 30 años los gobiernos de la UE se han equivocado en algunos sentidos, como "en no ver que la comunicación cultural entre los países era lo más importante". Y es que la cultura, además de para entretener --como bien se encargan algunos de remarcar--, sirve como excelente punto de unión, como transmisora de una verdad que va más allá de los artificios propios de la economía. Europa fue durante mucho tiempo un excelente caldo de cultivo en este sentido --y digo fue porque ahora no se sabe muy bien qué es Europa y hacia dónde va--. En estos momentos, en los que estamos colapsados por tanta palabrería barata, veo más necesario que nunca la existencia de ese espíritu que abogaba por la cultura como plataforma para seguir creciendo, para evolucionar al fin y al cabo. ¡Ojalá fuera cierto! 

Y pasaron los meses, ¡y todo fue a peor!

("Iletrado pero cuerdo")

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