21 de octubre de 2012

NO SÓLO DE PAN VIVE EL HOMBRE
Al amor
que lo cacen los perros
que le ladren en la cara
que lo ensucien con sus fauces de bestias inauditas

y le hundan los colmillos en la carne blanda.

Al amor
que lo acechen en las veredas
y apenas se eleve le lancen la flecha
para interrumpir su vuelo
y ver con gusto los últimos estertores en la caída.

Al amor
que le tiren el anzuelo
y lo atraigan con engaños
para sentirlo debatiéndose con furia en la lucha inútil.

Yo estaré aquí
esperando a que lo traigan
para quitarle la piel y sacarle los adentros:
lo serviré en mi mesa
aderezado y cocinado como se merece,
en la mejor de las fuentes
y acompañado de un vino fuerte y aromoso
que oculte su infame procedencia.

Después del festín
(sentimental como soy)
me guardaré un hueso pequeño en el bolsillo
con un gesto rápido
sin que se note.

(Elizabeth Algrávez)

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